REVERÓN / UNEARTE
Al tratar de comprender los procesos de síntesis por los que transita la imagen que se aloja en mi memoria y cómo desde la observación y vivencia del entorno, del paisaje, que va desde lo macro, como el estar inmerso en un páramo de los andes venezolanos y almacenar toda la información consciente e inconsciente a la que se está expuesto, para luego transformarla en posibilidad expresiva, o desde lo micro, como al estar sentado a la mesa de mi jardín y contemplar las manchas que el polvo, la lluvia, el paso del tiempo van grabando en la madera que se deteriora, al no perder de vista los pequeños detalles que ofrece una hoja seca, una semilla de piñón, los mohos y hongos adheridos a las paredes producto de las lluvias… es así como tras la observación y el asombro que me causan estas expresiones de la naturaleza que se sintetizan en mancha, busco hilvanar y comprender cada detalle, hacer conciencia de las sensaciones que me producen, de las asociaciones que hago y de los resultados plásticos obtenidos en el taller.
Lo que persigo con mi trabajo, más allá de ser una mera causa estética, se alimenta con la idea de ser también, una ruta al encuentro con lo espiritual, al gozo y a la reflexión, que tanto yo en el proceso de observación, meditación, abandono de la idea, procesamiento y síntesis mental, ejecución de la pintura, como el otro, ante el resultado plástico que le permite descubrirse a sí mismo al establecer contacto con las pinturas, convirtiéndose éstas en detonantes de ideas y asociaciones, se puedan desarrollar estados mentales que conducen a generar introspección y, de esta manera, como decía al principio, al ejercicio reflexivo que permite el descubrimiento de uno mismo.
Es pues mi pintura el resultado de vivencias, sensaciones, observación, síntesis, con nuevas posibilidades interpretativas desde la subjetividad de cada individuo y utilizando como recurso el gesto, la mancha, la pincelada, la huella y el color.
Ivan Romero
Las montañas primaverales ciñen una guirnalda de nubes y de vapores; allí, el hombre se siente alegre. Las montañas de verano rebosan de frondosidades umbrosas; allí, el hombre está en paz. Las montañas de otoño están serenas mientras caen las hojas; el hombre parece grave y solemne. Las montañas en invierno están cargadas de nubes oscuras y espesas; el hombre permanece lejano y silencioso.
Kuo Hsi (En el Shan-shui shun)
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