sábado, 5 de diciembre de 2009

DE LA ACCIÓN A LA PINTURA

Comentario sobre el libro
ARTE HOY ACCIONISMO VIENÉS
de Piedad Soláns

Al hablar de arte de acción, gesto y ritual, no podemos dejar de dirigir la mirada a los accionistas vieneses quienes desde su propuesta causaron y causan revuelo en el mundo de las artes desatando las más severas críticas de parte de unos y una gran acogida de parte de otros, pues su inquebrantable voluntad por hacer del arte algo más que un hecho de contemplación y culto ciego al objeto sacralizado ha devenido en la puesta en espacio de acciones tan contundentes de las que se hablará y observará más adelante, no se pretende con esta publicación despertar susceptibilidades, solo me mueve el interés por enseñar otra faceta del arte tratando imparcialmente el tema pero si con un gran interés en el resultado pictórico de dichas acciones, especialmente las de Hermann Nitsch en cuya obra pictórica encontramos evidente acción y fuerza, esa dinámica que genera el gesto trasgresor en donde los cánones se evaporan para dar paso a la manifestación producto de una efusiva actitud dionisiaca si consideramos que están presentes en la misma no solo elementos relacionados con el éxtasis y la revelación, si no también, lo trágico y lo fúnebre. Es manifiesto el transitar entre la sangre, las huellas del sacrificio, las agonías de las bestias ritualizadas, el chorreado de un desangrarse poco a poco para perpetuar la imagen de lo que en el fondo de la mente humana permanece… la bestia silente!

Viena, 1963: en su estudio, Otto Muehl con Hermann Nitsch protagonizan una acción por la que ambos acabarían detenidos. El mismo año, en Berlín, la policía retira de la primera exposición de Baselitz dos lienzos (Hombre desnudo, La gran noche en el cubo) considerados inmorales. La acusación contra los vieneses es más leve, desorden público. La acción, titulada Naturalismo psicofísico, es típica del accionismo: en el recinto lleno de chatarra, un cordero desollado cuelga del techo. Nitsch golpea al animal y la sangre mancha en oleadas un lienzo blanco, después trocea y manipula las vísceras. La iniciativa, salvo por su dureza, no es novedosa. En 1957, el grupo japonés Gutai une pintura y performance; en 1959, Kaprow organiza 18 happenings, y en 1960, Yves Klein realiza en París sus Antropometrías. En 1961, Manzoni firma sus Esculturas vivas, en 1962 se celebra en Wiesbaden el I Festival Fluxus. En 1963, Pelícano, de Rauschenberg y Cunningham, conecta la danza y las artes visuales.

Tales propuestas intentaban liberar al arte de las redes de la ya potente industria cultural y del hechizo de la imagen de masas: evitan los espacios y soportes acostumbrados, e impulsan una vía más comunicacional que expositiva, potenciando la intervención del espectador. La expresión espontánea del cuerpo, al ser liberadora y difícil de racionalizar, se distanciaba de la integración en el arte-espectáculo del Estado llamado del bienestar.

El accionismo vienés exacerba, sin embargo, esas tensiones. El malestar en la cultura austriaca era más hondo. Las contradicciones acumuladas desde 1934 (golpe de Dollfuss, Anschluss, participación en la guerra junto a Alemania, ocupación posterior por los aliados), se habían cubierto con una respetable democracia, pero no se habían resuelto. Las heridas estaban abiertas y el duelo pendiente.

Nitsch lleva la tradición católica del país a límites insospechados. Emplea sus estudios de anatomía para trazar una Última Cena, donde las figuras muestran sus vísceras. Con una camilla y un travesaño construye una Cruz y elabora sus pinturas de acción con un significativo pigmento rojo. Su trabajo se orientará sobre todo al Teatro mistérico orgiástico: animales sacrificados y cuerpos humanos desnudos sobre una cruz crean un ritual patético y sensual.

Muehl (Grodnau, 1925), alistado en la Wehrmacht en 1943, elabora sus cuadros con materiales no pictóricos, incluidos desperdicios. En sus acciones, menos teatrales y más duras que las de Nitsch, envuelve los cuerpos con pintura, vendas o simplemente los reboza. Evoca con ironía antiguos mitos (Leda y el cisne) o la escultura clásica en una serie que señala el orgullo del cuerpo: Bodybuilding. Más tarde, promueve una comuna: invocando las ideas de Wilhelm Reich, apoya el amor libre y la educación de los niños por el colectivo.

Brus (Ardning, 1938), autor de bellas pinturas en blanco y negro, huyó a Berlín para evitar la prisión. Lo condenaron por una acción en la universidad, en 1968, en la que defecó sobre la bandera austriaca mientras cantaba el himno nacional. Un informe forense lo tachó de loco (después se supo que el médico había sido un eutanasta nazi). Pese a ello y a las acciones en las que se autolesionaba, su obra es quizá la más lírica. En 1965 paseó por Viena como escultura viviente: el vestido cubierto totalmente de blanco y una línea negra que parecía partirlo en dos, una evocación de la condición de Europa Central, entre Oriente y Occidente. También en esa ocasión terminó detenido.

Schwarzkogler (Viena, 1940), fallecido en 1969 al arrojarse al vacío, parece el autor más reflexivo. En una larga acción, cuyas filmaciones se conservan, contrasta la cabeza humana con diversos objetos, con la escultura y con un pequeño y excelente cuadro realizado como parte de ese trabajo. Esta obra y la titulada Boda señalan su preocupación por la imagen, artística o no, y por las condiciones en que se produce y se recibe, dentro y fuera del ámbito artístico.

La muestra agrupa cuadros, fotos y películas de las acciones, y documentos pertenecientes todos a la colección Hummel. El abundante material permite entrar en un mundo difícil, incluso repelente, pero que posee dos valores decisivos. Muestra, en primer lugar, que un arte, directo y a veces cruel, quebranta las falsas sublimaciones de una sociedad que quiere enterrar sin más su pasado. Los accionistas lo hicieron tomando elementos de su propia cultura. Viena no es sólo la ciudad del mejor diseño. También supo que la pasión bulle bajo la conciencia más respetable. Así lo dijeron Klimt (en los polémicos frescos para la universidad), Schiele, Mauthner, los monólogos teatrales de Kraus y especialmente Freud. El otro valor es sencillamente el del cuerpo: frente a la vigente sensualidad de consumo y al sufrimiento de un pasado entonces no tan lejano, los ritos de Nitsch, el cruel humor de Muehl, la heroica elegancia de Brus y la reflexión de Schwarzkogler devuelven la dignidad al gran olvidado de la cultura occidental.

La exposición es así a la vez epocal y artística. Que el accionismo vienés tuvo su tiempo se advierte en las obras (fechadas en 2005) que cierran la muestra: una filmación de un rito de Nitsch y una animación de Muehl. La perfección formal de la primera resulta amanerada y vacía. La segunda, brutal y divertida, sugiere que los tiempos son otros. Pese a ello, la fuerza de los cuerpos, la evocación del dolor, el vigor de la pasión revelan el valor artístico del accionismo. Algo que refuerza el contexto dado a la muestra. De un lado, piezas de la colección Hummel (Duchamp, Cage, Beuys, Warhol, Nauman, entre otros) relacionadas con los temas citados. De otro, las ilustraciones de Dalí para los Cantos de Maldoror, piezas de la Suite Vollard de Picasso y de los Desastres de la guerra de Goya. Estas últimas editadas en 1937. La carpeta lleva un mapa del entorno de la Academia que registra las bombas arrojadas allí por la aviación franquista.

Soláns, P.(2000). Arte Hoy Accionismo Vienes. Editorial Nenera

EL COLOR


Relaciones cromáticas y psicológicas en la pintura

Recientemente en un dialogo surgió la interrogante sobre el porqué de mi paleta, donde a pesar de seguir aplicando una gama amplia de color, es el rojo quien predomina en la escena, esto me puso a pensar y a tratar de buscar las respuestas, al analizar la

producción de los últimos tres años encuentro que concientemente en mi pintura se venía haciendo uso del naranja como protagonista de mi trabajo, pues había una relación directa con los naranjas de los ocasos que cautivan y atrapan la mirada, con la luz naranja que baña a Los Chorros al amanecer y al atardecer, y lo más importante quizá es la predisposición al Budismo del que aún no siendo devoto, ha normado algunas de mis creencias, acciones, pensamiento. Es bien sabido que el color naranja es utilizado por la filosofía Budista como símbolo de la iluminación, y representa el grado supremo de perfección, estas asociaciones entre paisaje, reflexión y filosofía de vida impulsaron la utilización en primer grado del color naranja hasta hace poco en mi producción. El rojo aparece con mayor intensidad y en mayor cantidad, hablando del área del cuadro por diversas razones, en esta etapa:

1 Haciendo introspección descubro que hay una influencia directa del Accionista Vienes Hermann Nitsch, desde el resultado pictórico producto de sus performances, en los que el rito, lo mágico, lo religioso, lo profano, lo blasfemo, lo sexual, lo simbólico, desarrollados en obras como “La concepción de María” o “Yo Voluntad - Yo Poder – Yo Fracaso” en las que la materia corpórea y sus fluidos se mezclan con otros elementos, pero que en esencia es la sangre y toda su carga simbólica la que marca la pauta en las acciones que se extienden por horas, en las que el sacrificio, la fuerza, el poder se ponen de manifiesto. Como mencionara líneas atrás, siento que desde el estudio del “Teatro de los Misterios” como llamase Nitsch a su propuesta y la pintura generada desde estas mismas acciones como huella de la energía resultante, tras analizar el resultado plástico/pictórico obtenido como huella de la acción (los chorros y manchas de sangre, el salpicado, el gesto), como evidencia de lo desgarrador, surge el impulso de plasmar incorporando estas sensaciones a mi propuesta transformadas en color.

2 Al estudiar algunas obras de los artistas a quienes considero predecesores de mi investigación se hacen evidentes las utilizaciones cromáticas de distinto orden, pero hay una pieza en especial de Chagal (concierto en azul, 1945) que aunque su título sea “en azul”, hace del rojo toda una experiencia sensorial, por otra parte también recibo la influencia de la artista Hellen Phelan de cuya composición en rojo y blanco nacieron piezas como Paisaje Caribe I y II, los cuales fueron pintados bajo la influencia directa de la citada obra.

3 Y por último ya habiendo hecho conciencia sobre la presencia imponente del rojo en mi pintura, recurro al estudio de las posibles connotaciones y significados del mismo para así entender esta etapa del proceso creativo y valorar sus niveles comunicativos y de impacto.

En su libro “Psicología del Color” Eva Heller (2008) plantea una investigación entorno a los colores, de los cuales he abordado al rojo por su pertinencia con la investigación actual. “Al Principio fue el Rojo, es el primer color al que el hombre puso nombre, la denominación cromática más antigua del mundo. En muchas lenguas la palabra coloreado significa también rojo, como el español colorado”.

El rojo es probablemente el primer color que los recién nacidos pueden ver, de la misma manera, es le primer color que aprenden a nombrar e identificar, se supone que por asociación con lo dulce.

Cuando se invita a alguien a nombrar un color, dice Rojo, aunque no sea su color preferido, tal vez eso depende de la experiencia sensorial obtenida del conocimiento de la sangre y el fuego, “en muchas lenguas como la de los antiguos babilonios y la de los esquimales, rojo significa literalmente como sangre”, de lo que se infiere un significado existencial que en todas las culturas le ha sido dado al fuego y a la sangre por ello universalmente se comprende el significado vital de Rojo.

El rojo es el color de todas las pasiones, las buenas y las malas. La experiencia da origen a los símbolos: la sangre se altera, sube a la cabeza y el rostro se ruboriza por timidez o por enamoramiento, o por ambas cosas a la vez – uno enrojece también porque se avergüenza, porque está irado, o por excitación, cuando la razón pierde el control, “todo se ve rojo”. Los corazones se pintan de rojo. El rojo del odio es seguramente más oscuro que el rojo del amor.

El efecto psicológico y simbólico hace del rojo el color dominante en todos los sentimientos vitales positivos. Es el color de la fuerza, de la vida.

En muchas culturas la sangre es la morada del alma, en todas las religiones primitivas eran comunes los sacrificios con derramamiento de sangre, para complacer a los dioses se sacrificaban no solo animales, sino también, y como la ofrenda más valiosa, la sangre joven de niños.

Habiendo transitado por esta lectura sobre el color rojo y su significados principalmente asociados al poder, la nobleza, las emociones, la fuerza, el dinamismo, el amor y el odio… y retomando la idea planteada antes sobre las acciones y las pinturas de Nitsch en donde se hacen evidentes todos estos conceptos, asumo que tal vez es esa misma búsqueda y necesidad de decir lo que me impulsa en esta temporada a pintar con estima en rojo. La necesidad de plasmar con una pintura que nace desde las emociones y desde las sensaciones que el paisaje genera, claro está como ya he mencionado en textos anteriores, de ese paisaje mental que no está asido del todo al paisaje natural pero que sí recibe sus influencias.

De todo esto puedo cerrar argumentando que en mi trabajo reciente la presencia del rojo es consecuencia de la influencia de otras corrientes del arte, de lo vivido-asimilado-procesado por la conciencia y la mente subconsciente y que aflora sin necesidad de forzarlo, de las fuerzas y energías que aparecen en el ser humano tras ciertas experiencias, de la concientización del impacto y resultados psicológicos del uso cromático, y por último de la experiencia que se gana con el trabajo constante.

Heller,E. (2008). Rojo. Psicología del Color (1ra edición). Barcelona España: Gustavo Gili


RESUMEN DE LA PROPUESTA


Al tratar de comprender los procesos de síntesis por los que transita la imagen que se aloja en mi memoria. A partir de la observación y vivencia del paisaje, de lo macro, como estar inmerso en un páramo de los andes venezolanos y almacenar toda la información conciente e inconciente a la que se está expuesto, transformarla en posibilidad expresiva, o desde lo micro, estar sentado a la mesa de mi jardín y contemplar las manchas que el polvo, la lluvia, el paso del tiempo van grabando en la madera que se deteriora, al no perder de vista los detalles que ofrece una hoja seca, una semilla de piñon, los mohos y hongos adheridos a las paredes… Es así como tras el asombro que me causan estas expresiones naturales, que se sintetizan en mancha, buscando hilvanar cada detalle, hacer conciencia de las sensaciones que me producen, de las asociaciones que hago de todo esto deviene los resultados plásticos obtenidos en el taller.

Lo que persigo, más allá del planteamiento formal , es una ruta al encuentro con lo espiritual, al gozo y a la reflexión .Es el producto del proceso de observación, meditación, abandono de la idea, procesamiento y síntesis mental, que se espera sea también reproducido en el espectador ante el resultado plástico, que le permita descubrirse a sí mismo, al establecer contacto con las pinturas, convirtiéndose éstas, en detonantes de ideas, de estados mentales que conducen a generar introspección y de esta manera, al ejercicio reflexivo.